La Macanilla, un regalo de Apure en verano, el calor apremia
y los festivos apureños no cuentan con una playa cerca para disfrutarla, así
que aprovenchando la generosidad de la sabana tropical, todos asisten a La
Macanilla, uno de los balnearios más famosos de la tierra de Doña Bárbara.
Apure, icono del verdadero llano venezolano, si que es generoso. En invierno es
una inmensidad de verdes, con un ganado gordo y feliz; con los cauces de aguas,
rebosantes y musicales que inundan la vista porque sin duda, hacia donde se
mire, se encuentra agua
y más agua. En verano, cuando el
verde hace metamorfosis a marrón,
el calor se mete dentro de la piel, el ganado anda a paso lento como queriendo
no alterarse mucho para no despertar la furia inclemente de la tierra, el agua
se hace menos abundante pero le regala a propios y foráneos, uno de los más
fuertes atractivos de esta región, sus versátiles balnearios.
La Macanilla, en el río Capanaparo -que durante el invierno
es navegable y más de uno se dedica a la alegría de la pesca- es uno de los
balnearios más concurridos en las temporadas que se comprenden de noviembre a
marzo.
El Capanaparo se retrae, dejando bancos de arena en uno de
sus extremos, convirtiéndola en una orilla, inexistente fuera de estas fechas.
Con una playa dulce cerca de San Fernando de Apure -aproximadamente a dos
horas, en el municipio Pedro Camejo, en la Ruta de Gallegos- los locales se
enrumban a la población indígena de La Macanilla donde comidas típicas del
llano, artesanía, los artículos más variados como trajes
En verano, La Macanilla luce llena de personas
La mayoría en familia y con muchas ganas de pasarla bien.
Bajo toldos o el sol intenso, las personas
se acomodan con todos sus artículos para pasar todo el día -igual que en una
playa- y la fiesta no se hace esperar.
Los apureños de todas las ciudades de la
Región, pueden llegar ahora más fácilmente ya que hace unos
meses fue inaugurado el puente sobre el río Capanaparo lo que permite que los
vehículos puedan
Pasar con normalidad, las chalanas para los carros -aunque
míticas y con encanto- ahora no son necesarias.